martes, 12 de mayo de 2009

EL CASO DE CHRYSLER



Es sorprendente que la quiebra de Chrysler haya pasado prácticamente desapercibida por el acuerdo de compra de Fiat. Y lo es por dos razones:

Una es que es un paso atrás en el camino para normalizar los mercados de crédito ya que todos los millones que no cobrarán los acreedores servirán de lección -a ellos y a los demás- para seguir cerrando el grifo de los créditos, puesto que ni una gran empresa con ayuda del principal gobierno del mundo, es capaz de pagar sus deudas. Sus principales deudores -aparte de los propios EUA- son JPMorgan, Citi, Goldman Sachs, Morgan Stanley y un fondo de pensiones.

Otra es que Chrysler quiebra 9 días después de recibir 500 millones de $ de ayudas, una pequeña parte de los miles de millones de $ que el gobierno americano ha perdido intentando salvarla. Es la prueba más clara de que no sirve de nada el dinero público si el modelo empresarial no funciona. Si los consumidores de los EUA dan la espalda a los productos Chrysler, ¿Qué sentido tiene que el gobierno gaste el dinero de los ciudadanos -los mismos que prefirieron comprase un Ford o un Toyota- en intentar salvarla? Y al final, aunque parezca que Fiat se queda con la empresa, en realidad de momento es una nacionalización encubierta pues el que pone más dinero es el estado.

Todo esto me lleva a cuestionarme si la solución que se está dando a esta crisis es la adecuada y si se aprenderá algo de ella. ¿No hubiera sido mejor que Chrysler quebrara hace ya meses? Y puesto que ha ocurrido lo que ha ocurrido y no se puede volver atrás, ¿Servirá su ejemplo para no volver a regalar el dinero público a empresas ineficientes? ¿O seguirán los EUA -y por ende sus ciudadanos-convirtiéndose en accionista de todas las grandes empresas -”demasiado grandes para quebrar”- que no funcionan?



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