sábado, 7 de febrero de 2009

ENTREVISTA A SAMI NAIR

El problema es el sistema y la Banca no cambia de sistema


--Mientras los gobernantes ayudan a la banca, les reprochan que no faciliten la salida de la crisis. ¿Se creen esto o es una pose?

--El papel de los responsables políticos es evitar el populismo y el fomento de chivos expiatorios, sean los inmigrantes o los banqueros. El problema es el sistema. Está en crisis a nivel mundial. En España, la estrategia del Gobierno consiste en dar dinero a los bancos para que ayuden a las pequeñas y medianas empresas. Pero los bancos no cambian de sistema y ahí está el problema. Los planes de rescate no son una solución. Creo que una clave es nacionalizar la banca. Me parece más interesante. Es la crisis más importante de la historia y ya hay sistemas descontrolados. Si no lo resolvemos pronto, la situación puede ser insostenible.

--¿Qué ha fallado para que hayamos llegado a esta situación?

--Todo depende del Fondo Monetario Internacional. Está claro que hay que cambiar el sistema. Somos víctimas del ultraliberalismo que ha dominado el sistema agresivamente desde los años 70. Tenemos que apostar por otro modelo de economía, social y ecológica. Se puede cambiar, pero todo depende de la movilización social.

--Pero movilización, de momento... no hay mucha.

--Hay que relativizar. Veamos el ejemplo de Francia. Es el único país europeo que no está en recesión pero la gente se manifiesta. Tiene una clara conciencia y una larga cultura democrática. En España, como democracia joven, no existe todavía esa conciencia. Es decir, en Francia se están manifestando para defender sus garantías y para decir que no quieren que dentro de un tiempo puedan entrar en recesión. Esa es la tradición democrática: tener capacidad de movilizarse y de prevenir el porvenir.

--¿Cómo podemos contribuir a acabar con la crisis?

--No podemos solucionar la crisis de forma partidaria. Debemos hacer un frente común, en el que participe toda la ciudadanía. Es la única forma. Es fundamental tener sentimiento de ciudadanía. Vivimos un grave problema y hallar exclusivamente una solución política es complejo. Debe haber un consenso amplio y lejos del partidismo.

--¿Hay lugar para el optimismo?

--Me gusta lo que dice un filósofo italiano: "Cultivemos el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad". Me quedo con lo positivo: frente al mal momento que estamos viviendo, empieza a haber una ciudadanía movilizada y el tejido social es más fuerte que hace 25 años. No se trata de pedir la revolución, se trata de pedir que te digan la verdad. Los poderes públicos tienen que decir la verdad a la gente, porque la verdad es siempre revolucionaria.

--La llegada de Obama parece que ha llenado de ilusión a millones de personas. Pero, ¿se podrá solucionar esto?

--Obama lo tiene difícil, pero lo va a intentar. Se encuentra con la oposición de los republicanos para aplicar sus políticas, y puede hallar problemas en Wall Street, aunque fue su candidato. Con sus dificultades, hay aspectos que suenan bien: tiene un plan para reactivar la economía con infraestructuras y mejorar las coberturas sociales de esos 47 millones de compatriotas que no tienen cubiertos los mínimos derechos. El reto de la solución de la crisis lo veremos en abril, cuando se reúna en Londres con el G-20 y conozcamos a qué acuerdos se llega. El primero es clave: modificar el sistema monetario, acabar con la opacidad del sistema financiero y transformar la Organización Mundial del Comercio, que fomenta la competencia desleal.

--Si hay tribunales para juzgar delitos contra la humanidad, ¿se podría pedir responsabilidad penal para los causantes de la crisis?

--Me parece un planteamiento lógico, pero necesitaríamos 20.000 tribunales. Y surgen preguntas difíciles: ¿cuántos son los culpables? ¿desde cuándo, desde hace 50 años? La mejor manera de juzgarles es cambiando el sistema. Dejando de alimentar a criminales de guerra y responsables de esta situación como Tony Blair, por ejemplo.

--¿Y qué puede hacer un ciudadano de a pie?

--Movilizarse y entender lo que pasa. La gente no sabe por qué hemos llegado a este sistema podrido, apoyado por la UE. Se debe reorganizar ya el sistema económico internacional, las reglas del juego financiero, económico y medioambiental. Estamos destruyendo el planeta por unos parámetros basados en la productividad y el consumismo y ahora vemos que no funciona el ultraliberalismo de los últimos 50 años.

--¿Cuál es el papel que juegan otras potencias mundiales, como los gigantes asiáticos?

--Vivimos un mundo multipolar y no podemos olvidarnos de grandes potencias emergentes, como Brasil, China e India. Hay que contar con ellas y reorganizar el mapa geopolítico. El dinero chino es fundamental en la economía estadounidense pero en China tienen una mano de obra tan barata que se está fomentando la deslocalización de empresas. Cuando protejamos el modelo social habremos resuelto gran parte de la crisis.

--En Europa se demoniza cada vez más al inmigrante. ¿Le preocupa que haya un aumento de racismo propiciado por la crisis?

--Es fácil culpar a los inmigrantes en un mal momento, pero hay que invertir eso siendo solidarios, respetando sus derechos y teniendo claro que durante años han contribuido a la riqueza como cualquier otro ciudadano. No se pueden abrir fronteras ahora, pero hay que tratar a los inmigrantes como responsables también del bienestar. Tras una crisis podemos salir fortalecidos. Pero también lo contrario.

--En Gaza todo sigue igual...

--Se ha vuelto a demostrar que Israel puede matar durante tres semanas sin dar explicaciones. Es un país, pero también el Estado de Estados Unidos en Oriente Medio. Hay que auspiciar una nueva conferencia internacional y mandar tropas de paz de la ONU, como en otros lugares del mundo. La llave del conflicto es EEUU.



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